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El fútbol y yo

  • Foto del escritor: Juan Ricardo Arenas Amaya
    Juan Ricardo Arenas Amaya
  • 4 feb 2019
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 4 feb 2019

Mi relación con el fútbol y cómo este deporte tan sencillo, pero tan complejo a la vez, ha moldeado mi vida y todo lo que me rodea, con lo que eso conlleva.


Gol de Zico, para Flamengo, en un Maracaná abarrotado de gente

"El fútbol tiene algo de túnel a las profundidades. Te conecta con cosas muy hondas del modo de ser de cada persona que de otro modo están camufladas. El fútbol nos saca todas las máscaras: nos exhibe en lo bueno y en lo malo". Eduardo Sacheri.

Siempre he visto al fútbol como algo más que un simple deporte. El fútbol, para mí y a lo largo de mi vida, ha sido más que fútbol. Ha sido mi compañero, mi acompañante, ha sido mi distracción y ha sido mi manera de afrontar la vida. El fútbol me eligió y yo lo elegí a él.


Mi relación con el fútbol ha sido bastante particular desde el primer día. Empezó gracias a mi viejo (si estás leyendo esto, gracias de todo corazón), que un día del año 1998, cuando apenas tenía 6 años y no sabía muy bien lo que pasaba, me llevó a la cancha. Ese día hubo un claro perdedor y un ganador. Yo me enamoré, por supuesto, del claro perdedor. Yo me enamoré del equipo de mi viejo, porque preferí compartir su pasión y preferí tener algo en común con él. Jamás se me pasó por la cabeza elegir un club por sus éxitos, siempre fui mucho más allá de eso. Elegí un club por modo de vida, por herencia, por historia, por sentido de pertenencia y por una tradición que mantengo hasta el día de hoy y de la cual me siento orgulloso.


El fútbol empezó a ser parte de mi día a día y a medida que fui creciendo me fue dejando enseñanzas que mantengo actualmente. El fútbol me enseñó los valores que hoy en día son mi bandera y que trato de aplicar en mi vida personal. Me ha enseñado a amar, me ha enseñado a serle fiel a una pareja, me ha enseñado a ser tolerante con la opinion del otro y me ha enseñado a perdonar. Además, me ha enseñado a valorar una amistad y me ha enseñado a permanecer en las buenas situaciones, pero sobretodo en las malas. El fútbol me ha enseñado a ser honesto y me ha enseñado a reconocer cuando el otro es mejor que uno y que no siempre se gana. Me ha enseñado a tener esperanza, me ha enseñado sobre la paciencia, me ha enseñado a soñar y me ha enseñado a aguantar los chaparrones que trae la supervivencia. Pero lo más importante, me ha enseñado a nunca dejar sola a la gente que quiero.


Hincha del Liverpool lamentándose después de la tragedia de Heysel

Curiosamente, el fútbol me ha golpeado más de lo que me ha dado. Han sido más los momentos tristes y dificiles que los momentos de prosperidad. En el futbol me ha tocado perder muchas más veces de las que me ha tocado ganar, pero en esas derrotas es donde más he aprendido.


En momentos en los que andaba mal el fútbol fue mi cara. La cara que le daba a las personas cuando salía a la calle a vivir el día a día. Y el fútbol, en ese sentido, me ayudó a dar siempre mi mejor versión. Fue mi máscara. El fútbol me articuló y fue mi refugio al volver a casa.


Albert Camus, filósofo y escritor frances, dijo alguna vez: “Todo cuanto sé con mayor certeza sobre la moral y las obligaciones de los hombres, se lo debo al fútbol”.


Cuánta razón tenía.

 
 
 

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