Con el agua al cuello
- Juan Ricardo Arenas Amaya
- 4 feb 2019
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 4 feb 2019
Atlético Bucaramanga perdió, inmerecidamente, con Millonarios y no levanta cabeza. ¿Qué hacer para darle vuelta a la situación?

Se van a hablar muchas cosas durante la semana, que se va a hacer aún más larga que lo normal, porque cuando se pierde se mira para todos lados tratando de buscar uno o más culpables. Cuando se pierde se busca a quién señalar y eso podría tratarse en las siguientes líneas, pero esa no es la idea de este escrito. Esos culpables se dejarán para otra ocasión, es decir, cuando termine la temporada, que es realmente cuando se deben hacer un balance de qué pasó y qué debe cambiar. Porque hay muchas cosas que están mal dentro del club Atlético Bucaramanga y todo lo que rodea a la institución, pero no es el momento de hablar de eso. ¿Por qué? Porque hay que separar lo urgente de lo importante, tanto en la vida como en el fútbol. Lo urgente en estos momentos es darle una vuelta a la situación que se está atravesando desde lo futbolístico, lo importante es darle un arreglo a las demás esferas del club. Lo urgente primero, lo importante después.
La hinchada, siempre tan exigente, empieza a desesperarse y hace un llamado a las directivas y a Flabio Torres.
Primero lo primero
En ese orden de ideas, haciendo un arqueo rápidamente desde los resultados se puede desglosar lo siguiente: 3 partidos jugados, 3 partidos perdidos, 5 goles en contra, 0 goles a favor (270 minutos sin marcar), 0 puntos de 9 posibles, últimos en la tabla. Panorama desolador, desalentador, preocupante, asfixiante, pónganle el adjetivo que quieran y va a encajar.
Ahora, yendo a la esencia del juego, es decir, lo futbolístico, se puede analizar lo siguiente: En los 3 partidos Flabio ha jugado con el mismo sistema y no ha tratado de buscar alternativas y variantes que le den otro aire al equipo. 1-4-3-2-1 con la posesión de la pelota, con Quintero/Gavilán/Bernal en la primera línea de volantes, Sherman y John Pérez en una segunda línea que genere juego y arriba, solitario, Romero. Sin la pelota el dictamen es hacer un 1-4-4-2, haciendo dos líneas de cuatro compactas con John Pérez bajando a ocupar un lugar en la banda y dejando a Sherman y Romero arriba para un contraataque.

¿Qué está pasando y cómo darle vuelta?
¿Es mala la idea de Flabio? No, ninguna idea en el fútbol es mala. De hecho, es una radiografía de una idea que dio resultados la temporada pasada. Pero claro, léase bien temporada pasada. Había un hombre clave en esa idea y ese era Michael Rangel. Jugar con Rangel en punta le daba un plus a este método porque piveoteaba, sacaba la defensa rival, generaba espacios, arrastraba marcas, esperaba la subida de los laterales, abría el juego generando amplitud y bajaba el balón para aguantarlo y generar faltas en tres cuartos de cancha para darle un aire al equipo cuando este más lo necesitaba. Con esto no se está criticando a Romero, ojo, que no se malinterprete. Caerle encima a Romero sería fatigarse con un simplismo mediocre, sería la salida fácil y esa no es la idea. Acá lo único que se está demostrando es que Flabio tiene que buscar variantes dentro de la nómina y si es posible, cambiar de sistema. Para eso está un director técnico y es allí donde se mide su trabajo, dándole la vuelta a esto desde lo táctico y estratégico.
Contra Millonarios de ninguna manera se mereció perder. Millonarios llegó dos veces al arco defendido por James Aguirre y ambas ocasiones fueron remates de media distancia, no tuvieron más. Fue un equipo sin profundidad, sin amplitud gracias a la buena tarea de Harold Gómez y Marvin Vallecilla en las bandas, con un juego interno pobre y bien controlado por la línea Quintero/Gavilán/Bernal. El Atlético Bucaramanga hacía un buen juego desde el orden y desde la táctica defensiva hasta que llegaron los dos inventos del árbitro y el partido se desarmó por completo. Ahora, hay que decirlo: Flabio salió a buscar el empate y le estaba saliendo. ¿Era malo el planteamiento de Flabio? Para nada. ¿Era mezquino? Sí, pero eso es de acuerdo a la visión que tenga cada uno del fútbol y del juego en sí. El problema aparece realmente cuando el equipo necesita salir a buscar el resultado, pues pasó contra Deportivo Cali, pasó contra Atlético Nacional y pasó contra Millonarios. Cuando el equipo se vio abajo en el marcador y contra las cuerdas fue cuando se acordó de jugar al fútbol, de tener la pelota, de buscar variantes. Si nosotros tenemos la pelota, ellos no pueden marcar, decía Johan Cruyff, que algo sabía de este deporte. Tan simple como eso. Inmediatamente después de los goles de Millonarios Flabio cambió el sistema e ingresó a Roger Lemus por Alejandro Bernal y a Maxi Núñez por John Pérez y a partir de esas variantes el equipo se vio mejor. Pasó a jugar con un 1-4-2-3-1 con Gavilán y Quintero, que se sintió incómodo en la posición y salió por Robayo, que entró bien salvo por una mala entrega de balón, en la primera línea de volantes y adelante Lemus/Sherman/Maxi con Romero en punta, que siempre debe estar acompañado por, al menos, un extremo.
Hay jugadores de buen pie como para poder proponer otra cosa en el campo de juego y eso se tiene que demostrar en el próximo partido. Al menos queda la sensación que ninguno de los tres rivales fue superior al Atlético Bucaramanga en cuanto al trámite de los partidos, pero también es claro que el equipo debe mostrar otra cara en el rectángulo y espero que eso tenga intranquilo a Flabio y no lo deje dormir esta noche. Ni ganando los tres primeros partidos se sera campeón, ni habiendo perdido los tres partidos se está eliminado. Queda un largo camino por recorrer y hay cómo: con variantes en la nómina, con ideas nuevas, con cambios en el sistema de juego y con trabajo durante la semana probando diferentes alternativas. Los resultados apremian y contra Deportivo Pasto es una buena oportunidad para sumar, por fin, de a tres y salir de esta pequeña crisis que tiene a la hinchada inquieta y nerviosa. Hinchada que estará ahí, una vez más, al pie del cañón acompañando al leopardo.
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